Había una vez una chica llamada Morgana, ella estaba enamorada de un chico muy guapo llamado Arturo. Se conocieron un soleado día cuando Morgana estaba recogiendo agua en el río más cercano a su pueblo, Arturo también estaba allí, cazando alguna liebre para poder alimentar a su familia. Arturo era de la comarca de al lado, un pueblo enemigo en esa época, por ello les prohibieron volverse a ver. Desde ese día Morgana se escapaba e iba a ver a Arturo todos los días a pesar del castigo que la podrían poner si alguien se enteraba de ello. Morgana y Arturo crecieron, ya tenían diecisiete años y Arturo cada vez tenía mas deberes como caballero y ya casi no podía encontrarse con su amada así que decidieron escaparse los dos a algún sitio donde nadie les pudiese encontrar nunca. Esa noche quedaron en el mismo lugar de siempre, junto al río se fugaron los dos juntos hacia un lugar en el que nadie les dijera nunca nada y así lo hicieron. Después de esto los dos pueblos partieron en su busca y lograron coger a Arturo. Le condenaron a pena de muerte por haber traicionado a su pueblo, Morgana le prometió que siempre estaría a su lado y ella también se entrego. Los gobernantes al ver esa escena decidieron liberarlos con la condición de que nunca más volverían a pisar ninguno de los dos pueblos. Así fue, se marcharon y empezaron una nueva vida, juntos, para siempre.