Había una vez un niño llamado
Eric que vivía en un pueblo lejos de la ciudad. Su casa era pequeña y oscura ya
que nunca le daba la luz y en su cuarto tenia muchas cosas: libros, juguetes,
fotos, coches, pinturas… A Eric le gustaba mucho pintar
y dibujar se pasaba todo el día pintando y dibujando.
Un día cuando estaba
durmiendo vio una luz muy brillante y llamativa. Muy interesado se
levantó para ver qué era; poco a poco se acercó más y más a la luz brillante y llamativa. Cuando estaba casi al lado de ella, la luz, desapareció. Le pareció muy raro y pensó que sería una ilusión suya.
Al día siguiente, Eric salió a
jugar con sus amigos y la luz apareció de nuevo.Cuando volvió de jugar en el
parque al fútbol se fue a su cuarto, se acordó de que tenía que acabar de hacer
los deberes, pero cuando fue a por su mochila ... ¡NO ESTABA! Corriendo bajó las
escaleras para buscar a sus padres y decírselo. Luego subieron todos a la
habitación y no vieron nada aunque la mochila seguía sin aparecer. Sus padres creían que la había
dejado en el parque y le dijeron que fuera a buscarla.
Eric no sabia qué hacer. Al rato volvió a casa sin mochila y sus padres le
riñeron. Muy triste subió a su habitación desesperado. ¡La luz estaba otra
vez allí! se frotó los ojos creyendo que era
otra ilusión suya pero esta vez era diferente. Llamó a sus padres gritando y subieron corriendo; la
luz seguía allí, debajo de la cama. Poco a poco se acercaron y ¡era un fantasma! No se lo creían y los tres
se frotaron los ojos creyendo que no era cierto, pero era un fantasma que hablaba y les dijo:
-Me llamó Cásper; estoy aquí
desde el invierno y ahora me tengo que ir a otra casa, porque me habéis descubierto.
Se quedaron helados al oírle, pero al final se presentaron y se hicieron amigos. Eric no quería que se fuera ya que no tenía hermanos y le quería como a un hermano. Cásper entonces decidió quedarse.
Después de un mes, se mudaron a otra casa en el centro de la ciudad, era muy grande y luminosa ¡Increíble! En esa casa se quedaron todos para siempre. Vivieron felices y comieron perdices.
Diana Rossi - 10 años
Después de un mes, se mudaron a otra casa en el centro de la ciudad, era muy grande y luminosa ¡Increíble! En esa casa se quedaron todos para siempre. Vivieron felices y comieron perdices.
Diana Rossi - 10 años