18.11.16

Mi diabetes

Soy Aarón, tengo 12 años y llevo siendo diabético desde los 10 años. Mi Diabetes, tipo 1,  no me ha impedido nada; de hecho es una de las cosas más importantes de mi vida. Hago vida normal como cualquier niño de mi edad. Ser diabético me ha hecho ver que no hay límites ni fronteras para vivir con esta enfermedad. Lo que si me ha ayudado es a  comer sano y a  cuidarme más. Sé que a veces no es fácil para mí, pero me he acostumbrado a vivir con ella.
Puede parecer una locura pero me gusta ser diabético,  cuidarme y hacer vida normal con mi familia. Este verano he hecho el camino de Santiago y me lo he pasado genial.En esta vida pasan cosas terribles, pero esta no es tan mala.
Aarón González Alonso – 12 años

Una historia familiar

 Había una vez unos hermanos mellizos que  vivían en un pueblo pequeño pero agradable. Se llamaban Paula y Guzmán y  a los dos les gustaba mucho oír historias antiguas.
Un día fue a visitarlos su abuelo Pepe; como era mayor tenía muchas historias que contar. A Paula y Guzmán  les gustaba muchísimo escuchar historias antiguas, especialmente de su familia o antepasados. Cuando llegó su abuelo, le pidieron  que les contara  alguna historia; el abuelo como ya era tarde  les dijo que no, pero les prometió que al día siguiente les contaría una historia sobre su familia.Paula y Guzmán no podían dormir de las ganas que tenían de escuchar la historia. 
Pasó la noche y por fin  llegó la hora. Bajaron corriendo las escaleras y se fueron  en dirección al salón; su abuelo Pepe ya les estaba esperando en el sofá sentado y Paula y Guzmán se sentaron en el suelo. Y comenzó a contarles la historia de cuando fueron a visitar  Madrid,  sus tíos, sus padres y sus primos.  Paula y Guzmán estaban muy atentos y callados para entender la historia bien. 
Cuando acabó le pidieron otra historia, pero el abuelo Pepe en vez de  contarles una historia sobre su familia les contó una sobre un hada y un dinosaurio. ¡Les  encantó! Y después, cada uno inventó una parte de un cuento para  formar otra historia maravillosa.

Diana Rossi Asensio - 11 años

15.11.16

Un fantasma bajo mi cama

Había una vez un niño llamado Eric que  vivía en un pueblo lejos de la ciudad. Su casa era pequeña y oscura ya que nunca le daba la luz y  en su cuarto tenia muchas cosas: libros, juguetes, fotos, coches, pinturas… A Eric le gustaba mucho pintar y dibujar se pasaba todo el día pintando y dibujando.
Un día cuando estaba durmiendo vio una luz muy brillante y llamativa. Muy interesado se levantó para ver qué era; poco a poco se acercó más y más a la luz  brillante y llamativa. Cuando estaba casi al lado  de ella, la luz, desapareció. Le pareció muy raro y  pensó que sería una ilusión suya.
Al día siguiente, Eric salió a jugar con sus amigos y la luz apareció de nuevo.Cuando volvió de jugar en el parque al fútbol se fue a su cuarto, se acordó de que tenía que acabar de hacer los deberes, pero cuando fue a por su mochila ...  ¡NO ESTABA! Corriendo bajó las escaleras para buscar a sus padres y decírselo. Luego subieron todos a la habitación y no vieron nada aunque la mochila seguía  sin aparecer. Sus padres creían que la había dejado en el parque y  le dijeron que fuera a buscarla.
Eric no sabia qué hacer. Al rato volvió a casa sin mochila y sus padres le riñeron. Muy triste subió a su habitación desesperado. ¡La luz estaba otra vez allí!  se frotó los ojos creyendo que era otra ilusión suya pero esta vez era diferente. Llamó a sus padres gritando y subieron corriendo;  la luz seguía allí, debajo de la cama. Poco a poco se acercaron y  ¡era un fantasma! No se lo creían  y los tres se frotaron los ojos creyendo que no era cierto,  pero era un  fantasma  que hablaba y les dijo:
-Me llamó Cásper;  estoy aquí desde el invierno y ahora  me tengo que ir a otra casa, porque me habéis descubierto.
Se quedaron helados al oírle, pero al final se presentaron y se hicieron amigos.  Eric no quería que se fuera ya que  no tenía hermanos y le quería como a un hermano. Cásper entonces decidió quedarse. 
Después de un mes, se  mudaron a otra casa en el centro de la ciudad,  era muy grande y luminosa  ¡Increíble! En esa casa se quedaron todos para siempre. Vivieron felices y comieron perdices.
Diana Rossi - 10 años

13.11.16

La Nube triste

Había una vez una nube que se llamaba Claudia y era muy llorona. Las demás nubes  le decían que por qué lloraba tanto y ella les contestaba que porque veía a los niños jugar con sus amigos en el parque y ella no podía; pero siempre soñaba con bajar a la tierra algún día.
 Una semana después,  pasó una estrella fugaz  y la nube le pidió el deseo de convertirse en una niña. La estrella se lo concedió. De repente Claudia apareció en ese parque que siempre veía. En ese instante una niña  llamada Julia se acercó a ella y le preguntó si quería ser adoptada. Ella le contestó que le encantaría. Julia consultó eso con sus padres y a ellos les  gustó la idea.
Cuando Claudia hizo una fiesta para celebrar su cumpleaños. Invitó a todos sus amigos pero todos le dijeron que no podían ir; sólo  asistieron  su madre, su padre y su hermana.
 Al día siguiente a Claudia le esperaba algo especial: sus amigos, con ayuda de su familia, le habían organizado una fiesta sorpresa. Cuando llego a su casa no se imaginaba lo que se iba a encontrar. Todos sus amigos salieron del escondite donde estaban guardados y le gritaron ¡sorpresa! Claudia se puso muy feliz por esta magnífica celebración.
Con esta historia  os quiero decir que si tenéis amigos  tenéis un gran tesoro, que los sueños se pueden hacer realidad y por lo último y muy importante, que una familia es lo más valioso  del mundo.
Victoria Álvarez Santos - 10 años

Uro y Chorco

Soñé  una vez con  unos perros llamados Chorco y Uro. Los dos perros eran muy guapos: Chorco era un pastor alemán cruzado con husky y Uro era un mastín blanco y atigrado.
Los dos querían que los adoptasen  por que les echaron a la calle cuando eran recién nacidos y nadie los quería. Tuvieron que pasar una vida muy dura huyendo de la perrera, apañándose  en la basura. Los dos perros tenían que dormir en cajas y a veces un perro más mayor que ellos se las quitaba.
Un día, una joven llamada Luz, pasaba triste  por la calle porque acababa de morir su pájaro Kurli. Luz  cuando pasó delante de los perros, no dudó en quedárselos para siempre. Les llevó a casa y les preparó una buena cena. Luego se fueron todos a dormir recordando lo maravilloso que había sido el día. Uro y Chorco no se durmieron fácilmente pensando en todo lo ocurrido.                                                 

Lucía  Pérez  Montes

26.10.16

Caperucita María y el lobo bueno

Había una vez  una  niña  llamada Caperucita María  que se fue de paseo   al  bosque. Allí  se  encontró  con  un  lobo muy  bueno que, con amabilidad, le preguntó si podía jugar con ella. A ella le encantó la idea porque estaba aburrida.
Primero  le llevó  a jugar a su casa y le dejó sus juguetes.
Después se fueron a casa del lobo a jugar con sus hijos.
Más tarde visitaron  a la abuelita de Caperucita María y por último el lobo acompañó a  Caperucita María  a su casa y le presentó a su madre. Como les gustaba mucho jugar juntos se pusieron a saltar a la comba hasta la hora de cenar.
Alexia, 7 años

29.9.16

El Rescate de Rosalinda

En  un bonito castillo, de un lejano país, vivía una princesa que se llamaba Rosalinda. El castillo estaba rodeado de jardines de rosas y  flores de muchos colores.
La bruja Brisas rondaba por los alrededores del castillo porqué quería ser una princesa malvada. Quería vengarse de su hermana Rosalinda. La envidiaba porque Rosalinda era guapa,  buena y tenía muchos amigos. Brisas quería ser tan  bella y tan princesa como su hermana Rosalinda;  pero no quería ser buena.
Un día por la noche la bruja Brisas rapto a Rosalinda  y dejo una nota al rey que decía…                        
 “Si quieres recuperar a Rosalinda, tendrás que nombrarme princesa”
Entonces el rey contrató a un príncipe valiente  para que rescatara a su princesa. El príncipe fue a rescatar a su princesa. Como la bruja sabía que no la iban a nombrar princesa coloco trampas. Una de ellas era un río con tiburones y cocodrilos; pero el príncipe no tuvo problema para saltarlo con su caballo.
Cuando el príncipe llegó al castillo, en el que estaba encerrada Rosalinda, se puso a escalarlo con tan mala suerte que calló un ladrillo y Brisas lo oyó. Bajo para ver lo que pasaba y vio al príncipe  que se puso a escalar a toda velocidad como si la vida le fuera e ello. Liberó a Rosalinda y bajaron  por una liana. Brisas los persiguió y fue ella quien se cayó en el río de los tiburones y cocodrilos.
Y los príncipes vivieron tranquilos para siempre.

Lola Osagiede Montes , Érika Varela Zapatero, África  González Martínez y Joao Alejandro Rodrígues